La posibilidad de que Colombia selle un acuerdo de cooperación militar con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) parece abrir las puertas a una nueva crisis con Venezuela, cuyo gobierno ya anunció de que hará todo lo posible por evitarlo. Expertos afirman que esta posibilidad es la excusa que se le presenta a Caracas para seguir agitando el fantasma del enemigo externo como vehículo para tratar de ocultar la crisis o su responsabilidad en ella.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció el 23 de diciembre que la organización atlántica había aceptado su propuesta de un pacto de cooperación militar para, según el diario El Tiempo, de Bogotá, “gestionar el posconflicto después de los acuerdos de paz firmados” con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y que el Congreso de ese país ratificó el 30 de noviembre.
La reacción de Venezuela no se hizo esperar. La Cancillería emitió un comunicado el 26 de diciembre en el que “expresa su profunda preocupación y rechazo” a la posibilidad anunciada por Santos que “quebranta la palabra empeñada” en 2010 al entonces presidente Hugo Chávez de “no concretar una alianza militar con la OTAN.
Ratificó que se opone a ello y que “hará valer todas las instancias diplomáticas y políticas para impedir que organizaciones bélicas con pernicioso expediente de guerra y violencia en el mundo perturben la paz de nuestra Región (sic)”.
El mandatario Nicolás Maduro respaldó ese mismo día el comunicado de su Cancillería. Durante su programa de radio “La hora de la salsa “pidió a los colombianos, venezolanos y suramericanos unirse para impedir el ingreso de la alianza atlántica a la región.
No es la primera vez que un acercamiento Colombia-OTAN desata la preocupación de Venezuela. En junio de 2013 Santos anunció que deseaba establecer acuerdos de cooperación con esa organización para luego incorporarse a ella. Esto desató la ira de Caracas, Quito, La Paz y Managua que advirtieron de las supuestas consecuencias negativas que ello traería para la región. La propia Asamblea Nacional de Venezuela emitió ese mismo junio de 2013 un acuerdo en rechazo a la idea. La crisis no pasó a mayores porque el mandatario de Colombia descartó luego la posibilidad.
La OTAN es una alianza de países liderada por Estados Unidos, que nació en 1949 cuando comenzaba la llamada Guerra Fría. En un principio surgió para tratar de contener la expansión del comunismo en Europa. Con la aparente derrota de esto, la unión militar fue creciendo e incorporando países que incluso antes estaban bajo la órbita soviética. Se basa en un sistema de defensa colectivo en el que los signatarios prometen actuar si alguno de ellos es atacado por una facción externa.
El acuerdo anunciado por Colombia será para intercambiar información útil para mejorar la lucha contra el crimen internacional, el terrorismo y el narcotráfico, afirmó Juan Pablo Rodríguez, comandante general de las Fuerzas Militares de ese país.
“Este convenio tiende a reforzar el espacio atlántico, que mucho lo necesita”, expresó Carlos Malamud, investigador del Real Instituto Elcano y catedrático de Historia de América de la Universidad Nacional de Estudios a Distancia de España.
“No se trata de bases o cooperación estrictamente militar; es puro intercambio de información; es muy difícil oponerse a esto porque es inteligencia no como Álvaro Uribe que sí daba acceso a Estados Unidos a bases militares colombianas”, expresó Leopoldo Colmenares, profesor de la Universidad Simón Bolívar.
La clave está, entonces, en la crisis con Caracas-Bogotá cuando en 2009 el Gobierno de Uribe acordó con Estados Unidos permitir a militares de ese país usar hasta siete bases colombianas. Esto movilizó a los gobiernos de izquierda de Suramérica, Venezuela como líder, bajo el argumento de que un país extranjero estaba instalando zonas militares en la región. Al final el tratado se suspendió.
Más bien, la clave es el actor principal tanto de la alianza atlántica como del acuerdo de Uribe, Estados Unidos, y su constante uso como enemigo externo para opacar los problemas, unificar al chavismo bajo la excusa de una amenaza (nacionalismo) y echar la culpa a otro de la propia responsabilidad. “La OTAN es el enemigo perfecto, con la participación de Estados Unidos”, indicó Malamud.
“Todo lo que acerque a Estados Unidos y sus aliados a América Latina significa una pérdida de influencia y un aislamiento de Venezuela en la región. Puede que haya el clásico berrinche en Caracas, pero no pasará a mayores porque a Maduro no le interesa enemistarse con Colombia hasta tanto no se defina con certeza qué pasará con las FARC y si estas se asientan políticamente. Tener un enemigo externo es siempre una bendición para el régimen”, expresó Colmenares.
Las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Estados Unidos han sido muy tensas en los 17 años de la autodenominada revolución bolivariana, en especial después de los sucesos de abril de 2002, en los que el entonces presidente Hugo Chávez debió separarse del poder por 48 horas. Caracas acusa a Washington de conspirar constantemente contra Caracas –incluso lo llama “El Imperio” como clásicamente lo hace la izquierda más radical- para derrocarlo y acabar con la supuesta independencia que se ha logrado del llamado dominio exterior.