Aplicación de la Carta Democrática Interamericana no implica acciones militares, afirman expertos

Aplicación de la Carta Democrática Interamericana no implica acciones militares, afirman expertos

La posibilidad de que en la Organización de Estados Americanos (OEA) se decida aplicar la Carta Democrática Interamericana (CDI) a Venezuela ha llevado al Gobierno de Nicolás Maduro a desatar una ofensiva comunicacional en la que se denuncia que ese hecho busca una supuesta invasión para convertir al territorio en una neocolonia de Estados Unidos. Expertos rechazan esa hipótesis y aseguran que forma parte de una campaña propagandística destinada a tratar de deslegitimar ese documento y a lograr cohesión del oficialismo.

La CDI es un instrumento que los 34 países miembro de la OEA suscribieron el 11 de septiembre de 2001, en asamblea general celebrada en Lima, Perú. Venezuela estuvo representado allí por el entonces canciller Luis Alfonso Dávila. Su objetivo es proteger y preservar la democracia como sistema de gobierno.

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Canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, en la exposición con la que intentó el 27 de marzo que se suspendiera la sesión de la OEA prevista para el 28 de marzo en la que se analizaría el caso de Venezuela. Cortesía OEA.

El texto establece en su artículo 1 que la democracia “es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”. En el artículo 2 aclara que el “ejercicio de la democracia representativa es la base del estado de derecho y los regímenes constitucionales” de los miembros de la organización hemisférica.

El artículo 17 dice que cuando el gobierno de un Estado miembro “considere que está en riesgo su proceso político institucional democrático o su legítimo ejercicio del poder, podrá recurrir al secretario general o al Consejo Permanente para solicitar asistencia para el fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática”.

El artículo 18 indica que cuando se produzcan “situaciones que pudieran afectar el desarrollo del proceso político institucional democrática o el ejercicio del poder, el secretario general o el consejo permanente podrá, con el consentimiento previo del gobierno afectado, disponer visitas y otras gestiones con la finalidad de hacer un análisis de la situación”. Incluso el secretario general presentará un informe al Consejo Permanente de la OEA y, de ser necesario, pudiera “adoptar decisiones dirigidas a la preservación de la institucionalidad democrática y su fortalecimiento”.

El artículo 20 faculta al mismo secretario general o a cualquier Estado miembro a convocar de inmediato a un Consejo Permanente para realizar “una apreciación colectiva de la situación” de uno de los Estados en los que se produzca una “alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático”.

Aclara que, “según la situación”, se podrán realizar gestiones diplomáticas, “incluidos los buenos oficios para promover la normalización de la institucionalidad democrática”. Deja claro que si esas acciones son insuficientes, el Consejo Permanente de la OEA puede convocar a una Asamblea General para que tome “las decisiones que estime apropiadas, incluyendo gestiones diplomáticas, conforme a la carta de la organización, el derecho internacional y las disposiciones” de la CDI.

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El secretario general de la OEA, Luis Almagro, en rueda de prensa con Lilian Tintori y la alcalde de San Cristóbal, Patricia de Ceballos. Cortesía Twitter Almagro

El artículo 21 advierte que si el diálogo resulta infructuoso, se podrá llegar a “suspender al Estado miembro” donde ha habido la ruptura de su derecho de participar en la OEA, con el voto afirmativo de las dos terceras partes de los miembros de la organización. A la par, se mantendrá la diplomacia.

La CDI no establece la posibilidad de una acción armada o invasión a un Estado en el que haya ocurrido una ruptura del orden constitucional. Desde Caracas, sin embargo, desde el presidente hasta políticos, analistas, abogados y opinadores cercanos al Ejecutivo han afirmado que detrás de la aplicación de la carta está la intención de atacar al país, invadirlo y violar su soberanía para acabar con un gobierno que ha logrado conquistas para el pueblo.

“Quieren convertir a Venezuela en una neocolonia, pero a Venezuela no la interviene nadie; el país tiene la capacidad de resolver sus propios problemas. Mientras más amenazas reciba, más nos fortaleceremos”, expresó Maduro el 21 de marzo en un Consejo de Ministros.

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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, durante la clausura en Caracas de la exposición Venezuela Potencia. Cortesía @PresidencialVen

Ante esta las dudas surgidas se consultó al exdiplomático venezolano Enrique Ter Horst, que fue jefe de misiones de paz de la ONU en El Salvador y Haití de 1994 a 1997, y al abogado y analista internacional, Emilio Nouel.

  • ¿Puede aplicarse la CDI a Venezuela?

Enrique Ter Horst: “La CDI era territorio virgen en lo referente a la violación de la legitimidad de desempeño. Dejó de serlo con los dos informes de Almagro (sobre Venezuela) que, basados en hechos muy concretos, substancian la pérdida de esa legitimidad y activan la CDI en su artículo 21 (el famoso «diálogo» constituyó una delegación de las consultas previstas en la CDI), y legitiman la activación del artículo 350 de la Constitución”

  • ¿La CDI establece la posibilidad de intervenir militarmente en un Estado miembro?

Emilio Nouel: “Afirmar tal falsedad solo se explica por el interés del gobierno de auto-victimizarse y tratar de cerrar filas en el país frente a una supuesta invasión de no sabe quién. Trata de manipular a la gente sencilla que poco o nada conoce de normativas internacionales. Solo busca alarmar sobre la base de una mentira, una intervención militar no está autorizada por la OEA en virtud de la CDI”.

  • ¿Aplicar la CDI implica violar el principio de no intervención en los asuntos internos de un país?

Enrique Ter Horst: “No se viola el principio de la no intervención en los asuntos internos cuando en un tratado internacional (la CDI) los países miembros de un organismo multilateral regional (la OEA) o global (la Carta de la ONU) permiten y solicitan esa intervención en caso de que violen postulados fundamentales de la democracia y de la promoción y protección de los derechos humanos, taxativamente enumerados. El régimen los ha violado prácticamente a todos. La CDI la firmó Chávez, de modo que esa soga se la colgaron ellos al cuello sin que nadie los obligara. No tienen manera de distanciarse de los hechos que describe Almagro y de los cuales el país es testigo”.

Emilio Nouel: “No es cierto que la CDI infrinja el principio de no intervención del Derecho Internacional. En todo caso, sería una ‘intervención’ consentida por el país que suscribió ese documento por razones expresas. Es un instrumento suscrito por todos los países de la OEA, en el cual se asumen obligaciones políticas, morales y jurídicas; es decir, obligatorias, vinculantes, en relación con la democracia y los derechos humanos. En el instrumento se establece que la democracia es un derecho de los pueblos y que este debe ser respetado y acatado, so pena de sufrir sanciones. La democracia no es asunto solo interno desde que se crearon la ONU y la OEA. La cláusula democrática está incluida en casi todos los organismos internacionales, incluso los de naturaleza económico-comercial. El principio de no intervención clásico no es absoluto y tiene sus excepciones, entre ellas, la preservación de la democracia y la garantía de los derechos humanos, y las violaciones a estas, autorizan a tomar medidas colectivas de diversa naturaleza y grado, todo dependiendo de la gravedad de los eventos. Por tanto, no hay intervencionismo, máxime cuando los países americanos motu proprio asumieron las obligaciones. Mal puede el Gobierno de Venezuela venir ahora a desconocer un compromiso jurídico firme y a hablar de ‘colonizar’”.

  • ¿Qué busca Venezuela al afirmar que si le aplica la CDI se estaría interviniendo en sus asuntos internos?

Enrique Ter Horst: “El régimen hará lo que sea para mantenerse en el poder, porque el que la debe, la teme. Tratará de confundir a los venezolanos haciéndoles creer que los muertos por disparos a la cabeza, las torturas, la represión, la corrupción que le quitó la comida y las medicinas, las maniobras para retrasar el revocatorio y cambiar de gobierno pacíficamente, son todas ‘invenciones del imperio y de sus cachorros’. Menosprecian la inteligencia del venezolano, y han perdido el contacto con la realidad. Esta de Almagro y de la Asamblea General de la OEA será una intervención solicitada y acordada de acuerdo al estricto cumplimiento del derecho internacional en respuesta al sinnúmero de violaciones de la Constitución y de la CDI”.

Emilio Nouel: “Con su retórica falaz sólo busca impedir que se siga un procedimiento que ya se anunció el año pasado, el cual podría conducir a la sanción mayor (suspensión de la OEA, no expulsión), a menos que otros mecanismos diplomáticos se pongan en acción para presionar al país, contemplados también en la CDI. Esta presión sólo busca dar paso a una solución democrática, electoral y pacífica en Venezuela a la brevedad y así evitar un caos social que afectará a todo el hemisferio”.

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El 10 de febrero el secretario general de la OEA, Luis Almagro, se reunió con el primer vicepresidente del Parlamento de Venezuela, Freddy Guevara. Cortesía Twitter Almagro

Política de EE. UU. hacia México podría debilitar esfuerzos hemisféricos por sancionar al Gobierno de Venezuela

Política de EE. UU. hacia México podría debilitar esfuerzos hemisféricos por sancionar al Gobierno de Venezuela

El Gobierno de Estados Unidos ha aumentado la presión sobre el Ejecutivo de Venezuela para buscar un cambio en el país suramericano. Las declaraciones, decisiones, comunicados y conversaciones de Washington con mandatarios de las Américas han creado la percepción de que podría haber un consenso sobre, por ejemplo, la activación de la Carta Democrática Interamericana (CDI) contra Caracas. Sin embargo, el chavismo sacó su as bajo la manga, criticar la política migratoria y la construcción de un muro en la frontera sur de Estados Unidos. La apuesta es que esto afecte un posible acercamiento de países de la región con Washington, lo que se traduciría en la paralización de medidas en su contra para ganar así más tiempo y oxígeno.

La presidencia de Donald Trump era un enigma para Venezuela. Desde su elección, en noviembre de 2016, hasta su asunción, el 20 de enero de 2017, Caracas evitó cualquier declaración altisonante contra el mandatario; estaba a la expectativa. El político Republicano no obstante, ignoró este aparente gesto de buena voluntad y respondió con una batería de acciones.

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Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Cortesía The White House

No suspendió la renovación de la orden ejecutiva emitida por Barack Obama en 2015 para sancionar a funcionarios y exfuncionarios venezolanos presuntamente relacionados con violaciones de derechos humanos en las llamadas guarimbas de 2014, y que estará vigente hasta marzo de 2018.

En febrero el gobernante del país norteamericano conversó sobre Venezuela con los presidentes de Perú, Pedro Pablo Kuczynski; de Argentina, Mauricio Macri; de Colombia, Juan Manuel Santos, y Panamá, Juan Carlos Valera.

El Departamento del Tesoro impuso sanciones al vicepresidente de Venezuela, Tarek El Aisami, por su supuesta vinculación con redes de narcotráfico, algo que el político chavista negó.

Trump se reunió en la Casa Blanca con la esposa del dirigente político Leopoldo López –detenido desde 2014 y sentenciado a varios años de prisión- y envió un tuit en el que lo calificó de preso político y afirmó que el Gobierno de Maduro debería liberarlo de inmediato.

Días después tuvo un encuentro con Kuczynski en Washington en el que habló sobre el tema Venezuela. Incluso delante de los periodistas afirmó que ese país era un problema y que las cosas allí no se estaban haciendo bien.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, anunció en paralelo que iba a actualizar el informe que a mediados de 2016 presentó ante el Consejo Permanente de la organización hemisférica sobre lo que sucede en Caracas.

El Senado de Estados Unidos, de mayoría Republicana, emitió una resolución unánime en la que expresó su preocupación por la crisis política, económica, social y humanitaria del país suramericano, exigió la liberación de los presos políticos, solicitó el respeto a la Constitución y apoyó la decisión de Almagro.

Todo este giro en la posición de Estados Unidos -con el gobierno de Obama apoyaba el diálogo con mediación del Vaticano y Unasur-, unido a los movimientos en la OEA, ha generado la percepción de que es posible que se tomen acciones contra Venezuela, a fin de presionar para una apertura política allí. Incluso, muchos ven posible la aplicación de la CDI.

Esta cara tiene su cruz. La decisión de Trump de cumplir con su promesa de campaña y construir un muro en la frontera sur –con México- su constante crítica hacia los inmigrantes ilegales que delinquen y su política migratoria se ha ganado críticas en América Latina y el Caribe.

Para 2014 se estimaba que en Estados Unidos había más de 11,1 millones de inmigrantes ilegales, según un informe del Pew Research Center de septiembre de 2016. De ese total, 5,8 millones son de origen mexicano. El documento advierte que si bien se ha reducido la velocidad de llegada de inmigrantes mexicanos sin permiso, ha aumentado la de personas provenientes de regiones como Centroamérica.

Para 2015 se calculaba que había más de 57 millones de personas de origen hispano residiendo en suelo norteamericano, revela otro informe del Pew Research Center.

Ese aspecto negativo podría terminar afectando las acciones que pudiera estar dirigiendo en pro de más presión sobre el Gobierno de Maduro. Especialistas alertan que esa posición hacia México podría reavivar el sentimiento antiamericano, lo que haría más difícil que muchos países acompañaran a Trump en medidas hacia Venezuela.

“La política de Estados Unidos contra México dificulta el consenso contra Venezuela, porque todo lo que disminuya su credibilidad en la región debilita sus esfuerzos por sancionar a Caracas. Me temo que el tiempo favorece al régimen (de Caracas)”, indicó Orlando Pérez, profesor del College de Artes, Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Millersville, en Pensilvania.

Para el historiador argentino Leandro Morgenfeld, profesor de la Universidad de Buenos Aires, es posible que las medidas de Washington hacia México impacten negativamente en el consenso regional que supuestamente se pretende construir para actuar supuestamente a favor de la democracia Venezuela. “Sí, eso sí. Trump es odiado en América Latina por si hispanofobia”, agregó.

“El golpe de Trump contra México moviliza un amplio sentimiento antiimperialista que podría ayudar a Venezuela a resistirse al intervencionismo del secretario Almagro”, indicó Frederick Mills, profesor de Bowie State University

“Eso dependerá del bloque que formen Perú y Ecuador (si gana Guillerno Lasso) con otros, porque una Venezuela sin dólares aporta debilidad”, indicó la politóloga María Isabel Puerta.

“Depende del grado de beligerancia que finalmente adopte (Trump). De momento no veo que impacte, habrá que ver cómo evolucionan la cosas”, señaló Carlos Malamud, profesor de Historia de América de la Universidad Nacional de Estudios a Distancia de España.

De momento, el Gobierno de Venezuela se dio cuenta de que existe esa posibilidad. Por eso ha dirigido sus baterías a criticar lo que califica como “política migratoria imperial”, ha denunciado xenofobia y racismo en las acciones de Estados Unidos hacia México –un guiño a Centroamérica y al Caribe, este último muy sensible a temas raciales y coloniales- y ha acusado a sectores del nuevo gobierno de Washington de impulsar la idea de la supremacía blanca, según la cual el hombre blanco es superior a los de otras razas.

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Reunión de líderes del ALBA en Caracas. Cortesía @Vencancillería

La declaración de la XIV Cumbre de mandatarios y jefes de Estado la Alternativa Bolivariana para Nuestros Pueblos de la América (ALBA, que lideran Caracas y La Habana e integran oros 11 países) es la primera apuesta en grande su estrategia. Allí se denuncia un supuesto intento del neoliberalismo por ocupar espacios en América Latina, lo que se ha traducido en el renacer del “peor conservadurismo       que reactivó el fundamentalismo, la xenofobia, el racismo y el militarismo”.

Más adelante critica la conducta de Almagro, a la que califica de indigna y que “carece de mandato alguno los Estados miembros”. Seguidamente denuncia que el proteccionismo amenaza con extenderse por Estados Unidos, lo que impactará a la región.

“Nuestra gente, forzada a la migración (…) es perseguida, criminalizada, deportada y sus derechos humanos frecuentemente violados. En nombre de la seguridad de incrementan los gastos militares y policiales, se persigue a las personas por motivos religiosos o raciales, y se construyen muros, como el de la frontera norte de México, a cuyo pueblo le expresamos toda nuestra solidaridad”, expresa para luego anunciar el apoyo a los migrantes a través de un fondo especial.

La canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, afirmó el lunes 6 de marzo una idea fundamental dentro de la estrategia comunicacional de Caracas para evitar consensos en su contra: el muro en la frontera sur de Estados Unidos es contra todos los latinoamericanos que intentan ingresar por allí. De esta forma busca hacer a todos partícipes del problema.

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La canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez. Foto cortesía Vencancillería

El presidente Nicolás Maduro se dirigió al país el 8 de marzo en cadena nacional de radio y televisión en un acto relacionado con el Día Internacional de la Mujer. Desde el Panteón Nacional, en Caracas, volvió a denunciar racismo y xenofobia desde Estados Unidos y repitió lo dicho por la canciller, que las políticas migratorias de Washington y la construcción del muro son contra América Latina. De allí que pidió unidad; es decir, trata de involucrar a la región en su problema.

Fue más lejos y atacó al mandatario de Perú, al que acusó de buscar una supuesta intervención en Caracas, en un intento de señalar culpables y supuestos agentes imperiales.

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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a la salida de un acto en el Panteón Nacional. Cortesía @prensidencialVen