El 2016 fue un año difícil para el Gobierno de Venezuela en la arena internacional. Debió enfrentar críticas por su accionar, en especial, por la existencia de presos políticos y por la suspensión de la celebración de un referendo revocatorio presidencial, previsto en la Constitución. También vio cómo hubo un cambio de signo político en Suramérica, lo que amenaza con aislarlo en la región. Para enfrentar esto, mantuvo la llamada diplomacia bolivariana de paz que, según la mayoría de los expertos consultados, no se tradujo en beneficios para el país ni para los ciudadanos.
Esa política exterior tuvo tres ejes: luchar contra la idea de que el Ejecutivo está reñido con la democracia; la búsqueda de aliados que permitieran demostrar tanto a lo interno como a los externo que el Gobierno no estaba aislado, y seguir agitando la bandera de la soberanía y de la no intervención en los asuntos internos de los Estados.
Algunos analistas, catedráticos y exdiplomáticos consultados vía Twitter fijaron su posición sobre la diplomacia del Ejecutivo de Nicolás Maduro. Para unos hubo éxitos, para otros ningún resultado positivo, mientras que otros cuestinaron la existencia de una verdadera política exterior
Laila Tajeldine, analista político: «Fue exitosa. Nuestra Venezuela pudo neutralizar las intenciones de uno de los órganos que más ha amenazado a la región, la Organización de Estados Americanos (OEA). Presidir el Movimiento de Países No Alineados (Mnoal) es un reconocimiento a la diplomacia bolivariana por su voz alternativa que añoran los pueblos».
Nahem Reyes, historiador y analista: «Sin duda, el peor balance de política exterior alguna en su historia. Estuvo marcada por cero logros, la suspensión del Mercosur y recurrentes cierres fronterizos».
Eloy Torres, miembro del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri): «La política exterior fue un desastre: cero logros, 1.000 derrotas que ellos (el Gobierno) llaman ‘victorias soberanas'».
María Teresa Romero, internacionalista y exprofesora de la Universidad Central de Venezuela (UCV): «Realmente hubo una antipolítica exterior que dejó por el suelo la imagen de Venezuela. Nos hizo perder posiciones multilaterales y con Guyana».
Mirna Yonis, profesora de Relaciones Internacionales de la UCV: «En 140 caracteres se resume así: costosa, acompañada de fracasos, escándalos e incumplimientos».
Carlos Bivero, exdiplomático de Venezuela: «Estamos aislados de la realidad, a la defensiva; hubo muchos ruidos y pocas nueces».
Brigitte Rivas, profesora de Relaciones Internacionales de la UCV: «(la política exterior) Logró hacernos más pobres, excluidos y poco deseados en el resto del mundo».
Óscar Hernández, exdiplomático venezolano: «Los logros obtenidos fueron negativos para el gobierno y peores para la nación».
Hechos. A lo largo de los 366 días de 2016 ocurrieron diversos hitos en la escena internacional en los que participó directa e indirectamente el Gobierno de Venezuela.
Suramérica. La región entró en 2016 en un cambio de signo político que dejó a Venezuela aparentemente aislada. Mauricio Macri asumió la presidencia de Argentina el 10 de diciembre de 2015. Durante la campaña electoral en el país suramericano fue muy crítico con Maduro, y cuando asumió el poder intentó bajar el tono a través de su canciller Susana Malcorra. Al final mantuvo el enfrentamiento verbal aunque no respondió a los calificativos de sicario que le endilgaron desde Caracas.
El Senado de Brasil destituyó a la presidenta Dilma Rousseff, acusada de malas prácticas contables, después de un proceso que duró nueve meses. Asumió el vicepresidente Michel Temer. A pesar de ser un proceso previsto en la Constitución, Maduro, su canciller, Delcy Rodríguez, y otros voceros, aseguraron que la ahora exmandataria fue víctima de un golpe de Estado parlamentario. Incluso han calificado a Temer de dictador.
Pedro Pablo Kuczynski, de centroderecha, ganó la presidencia de Perú. Crítico del modelo de Venezuela, en algún momento impulsó la aplicación de la Carta Democrática Interamericana a Caracas.
Con un resultado ajustado la mayoría de los bolivianos dijo «No» a una nueva reelección del presidente Evo Morales. A pesar de que ahora el mandatario está buscando la manera de burlar la decisión popular, esto significa para Venezuela la pérdida de un aliado directo en la región.
Chile se ha vuelto poco a poco más crítico con Caracas, en especial después de la detención en septiembre del periodista Braulio Jattar, quien tiene la nacionalidad del país sureño. Igual ha pasado con Uruguay que con Tavaré Vásquez en el poder, ha ido cambiado lentamente su posición hacia el Gobierno de Maduro.
Esta reconfiguración no ha favorecido a Maduro, que se ha dedicado a atacar las críticas pero sin ningún cambio. Esto podría agravarse cuando en este año se nombre a un nuevo secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que sustituya al colombiano Ernesto Samper, de quien se ha dicho es cercano a Caracas.
OEA. El secretario general de esta organización, el uruguayo Luis Almagro, se dedicó a mostrar el alcance de la crisis humanitaria que vive el país y a tratar de hallarle salidas. Preparó un informe que sería el comienzo de la activación de la Carta Democrática Interamericana. Venezuela intentó impedirlo hasta que en julio no pudo más. Trató de evitar una reunión que al final se dio. Perdió la votación y con 20 votos a favor de 34 posibles Almagro presentó el documento. Muchos consideran que se activó la CDI. Caracas logró postergar la convocatoria de un Consejo Permanente para decidir si en el país hay una alteración del orden constitucional y que la mayoría apoyara el diálogo que Caracas impulsó con Samper para obstaculizar la activación de la carta.
Diálogo. El gobierno logró incluir al Vaticano como mediador en la mesa de diálogo que quería instalar con la oposición, que justamente había puesto como condición para participar la presencia de un enviado del papa Francisco. Cuando la situación del país era más compleja por la decisión del Ejecutivo de Maduro de detener con una sentencia de tribunales regionales el referéndum revocatorio y la oposición estaba dispuesta a medirse en las calles para recuperar el derecho, el Papa envió un emisario. Fue así como en octubre se instaló la mesa que produjo un acuerdo que el propio secretario de Estado del Vacatino, monseñor Pietro Parolin, denunció que el Ejecutivo ha incumplido y que establece, entre otras cosas, la liberación de presos políticos, la apertura de un canal humanitario y el establecimiento de un cronograma electoral. Este diálogo cuenta con el aval de la Unión Europea, Estados Unidos y la OEA
Mnoal. Venezuela asumió la presidencia pro témpore del grupo de países no alineados. El acto se celebró en la isla de Margarita, en septiembre, cuando Maduro y su Ejecutivo sentían una gran presión regional, con un secretario general de la OEA cada vez más crítico, con una crisis humanitaria que se agravaba día a día, después de ocurrida la marcha opositora llamada «La toma de Caracas» y con el fiasco de no poder asumir la presidencia pro témpore de Mercosur. Maduro vendió esto como un triunfo, como una muestra de apoyo de los 120 países que conforman el grupo. Diplomáticos consultados dijeron que la reunión distó mucho de ser un éxito; solo se dieron cita una decena de presidentes, siete primeros ministros y cinco vicepresidentes, cuando en el encuentro anterior, celebrado en Irán en 2012, se reportó la asistencia de 24 mandatarios, tres reyes, 8 primeros ministros y 50 cancilleres. Además, no hubo grandes discursos a favor del país e incluso Guyana aprovechó la tribuna para buscar apoyos contra el reclamo de Venezuela por el Esequibo.
Mercosur. El Gobierno debía asumir la presidencia pro témpore del bloque entre julio y diciembre del año pasado. Con el cambio de signo político en Argentina y Brasil, esto se puso cuesta arriba para el país. Los llamados miembros fundadores se pusieron de acuerdo y nombraron un comité integrado por representantes de esos cuatro países (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) para liderar Mercosur. Caracas no lo aceptó y mantuvo la idea de que seguía ejerciendo la presidencia. A comienzos de diciembre los miembros fundadores de Mercosur declararon que Venezuela no había cumplido con la adopción del acervo normativo del bloque, con lo que cesaron sus derechos como miembro pleno. Rodríguez protestó y fue a Buenos Aires a impedir el traspaso de la presidencia a Argentina, lo que no logró. Casi a finales de año la funcionaria emitió un comunicado en el que formalmente transfería a Buenos Aires la presidencia, algo que el Caracas nunca tuvo ni ejerció y que se había transferido con 15 días de antelación.
Guyana. Ya cerca del final de su mandato como secretario general de la ONU, Ban Ki-moon emitió un comunicado en el que estableció que el mecanismo de los buenos oficios para resolver la controversia derivada del reclamo de Venezuela por el territorio Esequibo y las áreas marinas y submarinas que su proyección genera duraría hasta finales de 2017 y se renovaría si hubiera resultados concretos. De lo contrario, el tema pasaría a la Corte Internacional de Justicia, algo que Caracas siempre ha evitado. La canciller Rodríguez calificó la decisión como un triunfo de la diplomacia bolivariana. Expertos y fuentes diplomáticas adelantaron que si bien se logró mantener los buenos oficios por un año, había que prepararse con buenos asesores para acudir a la justicia internacional para resolver la controversia.